EL EMPERADOR, EL RUISEÑOR Y EL SABIO



El Emperador de China (es de buen tono literario atribuirle historias extraordinarias a los emperadores chinos, más si se hace participar en ellas, como es este el caso, a un ruiseñor) mandó dorar el pico de su ruiseñor más melodioso. Naturalmente, el pájaro no volvió a cantar, ni siquiera pudo mantenerse más en pie. Apenas terminaron de bañarlo, el peso del oro lo hizo inclinarse hacia delante y terminó con el pico dorado enterrado en la madera de la mesa y con una expresión de mea culpa, dirigida al Emperador, en los ojos.
-Lo valioso, cuando no es bueno, sólo vale su precio –sentenció el sabio de la corte.
El Emperador asintió con la cabeza, mando quitar el oro del pico del ruiseñor, que volvió a cantar como antes (hay quien dice que hasta mejor por su nuevo sentido de la tragedia), y con el oro quitado, y un poco más que sacó de su bóveda, hizo rellenar la boca del sabio.
Sabio, pero imprudente. 


2 comentarios:

NaN dijo...

encantador el canto del sabio y la sabiduría del ruiseñor. Encantadora y sabia historia, gracias.

NaN dijo...

encantador el canto del sabio y la sabiduría del ruiseñor. Encantadora y sabia historia, gracias.