-Había una vez -comenzó diciendo el solterón-, una niña llamada Berta, que era extraordinariamente buena.
El interés que se había despertado en los niños se debilitó de inmediato; todos los cuentos eran espantosamente parecidos, sea quien fuere quien los contara.
(...)
-¿Era hermosa? -preguntó la niña mayor.
-No tan hermosa como ustedes, pero era espantosamente buena.
Se produjo una reacción favorable hacia la historia; el uso de la palabra "espantosamente" en relación con la bondad constituía una novedad llena de promesas. Parecía introducir en el cuento un hálito de verdad extinto en las historias de la tía sobre la vida infantil.
El narrador de cuentos, Saki


Crónicas de lo imaginario/ Prácticas de patín sentado y otros estudios patafísicos/ Discursos en la casa/ Cuentos de terror para niños, seguido de los Ejemplos Incorrectos y de los Microcuentos y Fisuras del Lenguaje

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